Cualquier skater que se dedique a emprender va con ventaja.
Ahora entenderás por qué.
Recuerdo perfectamente el día que empecé a patinar "en serio": me compré mi primera tabla en 1990, y a partir de ese día empecé a formar parte -sin darme cuenta- de una tribu urbana que definió mi juventud, adolescencia y -por qué no- mi yo maduro.
Patinar es un deporte no apto para todo el mundo, te exige muchísimo. Pero también te desarrolla una serie de habilidades que te hacen poder llegar a ser un super-hombre.
Exige una coordinación cerebro-cuerpo absolutamente descomunal: en cualquier truco tu cerebro le dice a tu tobillo que presione de determinada forma para girar la tabla; tus caderas y rodillas tienen que elevarse lo suficiente para estar coordinadas con los hombros -sobre todo en las rotaciones- y conseguir clavar el truco que quieres.
¿Sabes que es lo que ocurre? que una cosa es la teoría y otra la práctica, esa comunicación cerebro-resto del cuerpo nunca funciona.
Y claro, estás siempre en el suelo, pegándote hostias.
Hostias y hostias y hostias sin parar. Imagina un deporte en el que lo único que haces es pegarte hostias, nada te sale. Nada funciona.
Puedes tardar 1 año, ó 2 (o más... o nunca) en sacar un truco nuevo.
¿Abandonas? ni se te pasa por la cabeza, hay que seguir.
Piensa bien lo que digo: mi truco favorito era -y es- el impossible: tardé aprox. 2 años en sacarlo. Patinando 5 veces por semana, unas media de 10-15 horas a la semana, sabiendo que en cada sesión puedes intentar el truco 50 veces, eso te sale un total de 30.000 intentos antes de clavar el truco.
Intenta 30.000 veces hacer una tarea, y no abandones.
Es decir, 20.000 hostias continuadas, con la frustación que ello genera. 5.000 intentos que ya te va saliendo, 4.000 veces que casi lo consigues y solo al final empiezas a ver la luz.
Creo que ya lo pillas.
Cualquier skater ha desarrollado una resiliencia de super-hombre: no dejas de intentarlo hasta que lo consigues.
Y sabes que tienes TODO en tu contra: eres tú luchando contra el mundo: el impossible contra tí mismo. Tú contra todos.
Esta constancia no es nada habitual en el mundo normal: cualquiera abandona algo después de intentarlo 10, 100 ó 1.000 veces.
La resiliencia, entre otras cosas, es una habilidad que si tienes bien desarrollada te ayudará en la vida. También es cierto que hay que saber "cuándo dejar de intentarlo", y siguiendo con el ejemplo anterior yo lo tuve claro: en 2018, (con 42) intenté por última vez un Impossible con la mala suerte de que me hice un esguince de tobillo que me impidió correr la maratón de Valencia la semana siguiente.
Ese día decidí que el skate se había acabado para mí. No volvería a patinar, porque no me compensaba el riesgo-beneficio. 28 años patinando, los tobillos llenos de esguinces (6 en cada) y el cuerpo con todo tipo de heridas se puede considerar como tiempo suficiente.
Pero claro, uno nunca deja de ser skater. Igual que uno nunca deja de ser emprendedor. Es algo que forma parte de ti.
Moraleja: pegarte hostias sin parar en tu juventud, tener un objetivo claro y perseguirlo 30.000 veces te ayudará en la vida. Así que nunca dejes de intentarlo.
Como el famoso lema de la marca "No Fear" en los 90: "No dejes que el miedo se interponga en el camino de tus sueños."